
Los trastornos de aprendizaje, una realidad escolar
Hay ciertas frases que se han convertido en una realidad actual dentro del entorno escolar y de las familias, frases del estilo:
“Mi hijo/a, o este alumno/a…tiene dificultades para leer y escribir”, “hace muchas faltas de ortografía”, “tiene dificultades para comprender lo que lee”, le cuesta seguir instrucciones”, “le cuesta ordenar acontecimientos en el tiempo”, “pronuncia mal”, “tiene mala letra”, “confunde letras o símbolos matemáticos y también números”, “es mandroso”.
Todas estas dificultades, entre otras, están recogidas dentro de lo que se llama Trastornos del aprendizaje (TA).
Los TA son todas esas dificultades persistentes, relacionadas con el proceso de aprendizaje, que impiden que los niños, niñas o adolescentes lleven un ritmo de aprendizaje satisfactorio, pese a un coeficiente intelectual y un entorno sociocultural adecuados.
Por su origen biológico, se incluyen dentro de los trastornos del neurodesarrollo. Además de su interferencia en el aprendizaje de habilidades académicas y sociales, conviven con problemas de conducta (mal comportamiento, rasgos de inatención y/o hiperactividad) y estados de ánimo bajos, debido a la frustración y la angustia, al no verse reflejado su esfuerzo.
Las áreas más afectadas son la lectura, la escritura y el cálculo, pero también se observan alteraciones en la capacidad de retención y en el correcto funcionamiento de las funciones ejecutivas (atención, planificación u organización).
Su prevalencia se sitúa entre el 5 y el 15% de la población en edad escolar y son una causa muy frecuente de fracaso y abandono escolar.
¿Cómo detectar los trastornos del aprendizaje e intervenir a tiempo?
Los trastornos del aprendizaje reducen la motivación por aprender y propician la aparición de problemas emocionales”
Con el fin de evitar la exposición a repetidas situaciones de frustración y angustia, en relación a las tareas académicas, es de gran importancia su detección lo más pronto posible.
En caso contrario, esta exposición repetida puede contribuir a reducir la motivación por aprender y propiciar la aparición de otros problemas que pueden afectar al estado emocional (tristeza o baja autoestima).
Así, junto a una intervención específica, se favorecerá que el niño, niña o adolescente, aprenda estrategias para compensar estas dificultades y seguir adelante con la actividad académica.
Para llevar a cabo una intervención específica, hay que tener en cuenta aspectos como la intervención de forma lo más precoz posible, la edad y la etapa evolutiva del menor, hacer la adaptación pertinente en el ámbito académico, el uso de nuevas tecnologías para facilitar su día a día (planificadores, agendas o alarmas), así como la coordinación entre los diferentes agentes educativos; dedicando especial atención a los cambios de ciclo, de etapa o de centro.
Tipos de trastornos del aprendizaje más comunes
La dislexia es uno de los trastornos del aprendizaje más comunes, afectando al aprendizaje de la lectoescritura. Es persistente y de origen biológico, se da en menores sin patologías previas ni problemas socioculturales. Tiene mucha carga hereditaria y su prevalencia se sitúa entre el 5 y el 17%, según estudios. La dislexia en adultos, se traduce en baja velocidad lectora y escaso dominio ortográfico.
Más allá de las dificultades en la lectura y en la escritura, también puede afectar a la comprensión, la memoria a corto plazo, el acceso al léxico (saber encontrar la palabra), a identificar correctamente derecha e izquierda o a situarse correctamente en tiempo y espacio. Cabe destacar que no todas las personas presentan la misma sintomatología.
También es habitual el Trastorno Específico del Lenguaje (TEL), que consiste en una dificultad persistente en el procesamiento del lenguaje que no se puede atribuir a déficits intelectuales, sensoriales o motores, sino a un funcionamiento no adecuado de las áreas cerebrales implicadas en las funciones lingüísticas. Su incidencia es del 2% en población escolar, con diversos grados de afectación.
Por otra parte, también encontramos la disortografía, considerado un trastorno del lenguaje específico de la escritura, que se caracteriza por la dificultad en integrar las normas ortográficas y aplicarlas correctamente, pese a que se conozcan y no existan dificultades a nivel intelectual. Puede ir ligada a la dislexia. El niño, niña o adolescente con disortografía comete muchas faltas que, aunque se hayan trabajado, acostumbran a persistir.
Otro trastorno del aprendizaje es la disgrafía, que se caracteriza por la dificultad en la coordinación óculo-manual en menores sin dificultades a nivel intelectual, impidiendo dominar y dirigir el lápiz para escribir de manera legible y ordenada. Se observan disparidades en la medida de la letra (muy grande o muy pequeña) y dificultades para respetar la línea de escritura. Los menores con disgrafía tienen dificultades para escribir a la misma velocidad que sus compañeros y para entender lo que ellos mismos han escrito.
Finalmente, hablaremos de la discalculia, que consiste en la dificultad (en ausencia de una causa orgánica) para reconocer y utilizar los nombres, conceptos matemáticos y/o resolver operaciones aritméticas. Principalmente, a nivel académico , se ve afectada la asignatura de matemáticas, así como todas aquellas que utilicen conceptos matemáticos (física, química, economía o tecnología).
Anna Llovet (psicóloga infanto-juvenil)
Related Posts
Los trastornos de aprendizaje, una realidad escolar
Hay ciertas frases que se han convertido en una realidad actual dentro del...
Síndrome de la cabaña tras el confinamiento. ¿Qué es y cómo podemos solucionarlo?
Es inevitable, se podría decir que casi imposible, no pensar en el confinamiento...
¿Por qué es tan importante la orientación laboral en tiempos de pandemia?
La orientación profesional consiste en ayudar a personas desempleadas o aquellas...